14 de agosto del 2003. Poblados dogones
Dormimos
estupendamente en la terraza de nuestra casita dogona. Hacía una noche
espectacular y cubrían el cielo millones de estrellas que mecieron nuestro
sueño.
En el desayuno
conocimos a dos hermanas catalanas que estaban de visita en el poblado. Una de
ellas estaba haciéndose un hotel en Sevaré y nos estuvo contando todas las peripecias
y dificultades con las que se estaba encontrando una mujer empresaria en África.
La mañana nos
tenía preparada una sorpresa: el baile de las máscaras!! Por el módico precio
de 35000 CFAS nos realizaron varias de las representaciones que realizan en
algunas festividades y también en los entierros. La verdad que mereció
muchísimo la pena poder verlo, disfrutarlo y fotografiarlo. El colorido de las vestimentas
refulgía entre los tonos ocres del paisaje.
Esperábamos expectantes sentadas en unas rocas en frente de una zona plana que bien podría ser el plató de un teatro, cuando comenzamos a oír los tambores a lo lejos. De pronto, vemos a parecer a unos 20 individuos vestidos con vivos colores que portaban diferentes máscaras con diferentes significados, como nos explicarían posteriormente. El que parecía el jefe, iba vestido de cazador y era el que marcaba el ritmo de los frenéticos bailes.
Los significados de las diferentes
máscaras eran:
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El jefe que estaba por encima de todo iba con zancos
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La belleza de la mujer dogon: había seis de los danzarines con esta misma
máscara
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Los huérfanos: había 3 iguales
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La reina: una figura de mujer negra
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Dios: estaba representado por dos U antepuestas
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La casa Dogón: con 2 pisos y 10 cuartos: 3 para gente y 7 para fetiches.
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Armas dogones
Después de tan increíble espectáculo, partimos hacia Teli, la próxima aldea Dogón donde haremos noche, no sin antes hacer nuestro donativo de 5000 CFAS a la escuela.
Bajamos el acantilado
acompañadas de nuestras porteadoras. Ya en el valle nos indican que tenemos 8
km de caminata hasta Ende, donde comeremos. La caminata transcurre entre campos
de mijo y parece que vamos con algo de prisa, porque el guía imprime buen
ritmo! El calor empieza a ser sofocante y la sed ya un poco angustiosa, cuando
de repente, en medio de la densa selva, encontramos un pequeño chiringuito de
madera donde resultan que venden bebidas y dónde por increíble que parezca,
cuentan con cerveza helada!!!!
Dios, como cae esa Flag…
bueno más bien ESAS (y eso que son de medio litro cada una)!!! Qué delicia!!! A
Bea se le pasan de repente todos los dolores y la mala cara por el esfuerzo se torna en risas constantes.
La atmósfera del lugar es
especial, con música africana de fondo y unos lugareños muy agradables que nos
dan conversación. Gemma, como no, coge plano de cómo esta gente construye las
cómodas hamacas dogonas.
El calor a estas horas es ya muy húmedo y asfixiante y después del medio pedo que cogemos con las cervezas, se nos hace un poco duro el resto del camino.
Por fin llegamos a Ende, donde
comemos en un chiringuito muy agradable. Tras el reposo de la sobremesa, reemprendemos camino para concluir los 4km que nos restan para llegar a Teli.
Llegamos casi de noche y nos vamos directamente al campamento, si se puede llamar así…. Nos encontramos con un
lugar sucio e inmundo, plagado de insectos de todo tipo. Este lugar nos traería
la peor de todas las noches que pasamos en Malí.
Había hamacas en el exterior
de las casas, donde pensábamos pasar la noche alejadas de los infectos
interiores. Pero de repente se desencadenó una fuerte tormenta y tuvimos que
pasar al interior… La casa estaba apestada
de unos insectos gigantes que nos caían sobre la cara y el cuerpo constantemente, unidos a
trozos de barro que se desprendían del techo con la fuerte tormenta… Por fin a las 11 paró la tormenta y pudimos
salir a la calle a respirar aire fresco. Bea se encontraba fatal y ya no
pegamos ojo en toda la noche.
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