7 de agosto del 2003. Pinaza por el río Niger

 

Yo duermo bien en el cutre-hotel (Motel Sevaré). Llueve a mansalva y Gemma lleva un fuerte catarro que no la deja descansar bien ¿falsa malaria?

Al amanecer parece que la lluvia nos da tregua, pero el cielo apunta que será por poco rato… Desayunamos en compañía de las moscas de Sevaré y nos vamos a Mopti a coger la Pinaza que nos subirá por el río Níger hasta Tombuctú durante 3 días de trayecto en los que recorreremos unos 300 km. De camino pararemos a dormir en aldeas a orillas del río.

La Pinaza es una embarcación rudimentaria con asientos a los que le han puesto unos colchones para que vayamos cómodas y una pequeña cortina al final de la embarcación que cubre un agujero en la madera de la barca que hace a su vez de váter.  






Los BOZOS son la etnia de pescadores que pueblan las orillas del río Níger y la pesca es su principal modo de vida.






Como hemos salido tarde, parece que no llegaremos a dormir a la aldea que teníamos planificado, así que habrá que improvisar.

El trayecto en pinaza es muy agradable, con la brisa y la buena temperatura que hace. Paramos a visitar algunas aldeas bozo y peul. En una de las aldeas compramos pescado recién pescado que nos prepararán para la cena.








Tarde de muchas risas con Concha y sus ocurrencias …

Finalmente, paramos a dormir en una aldea a orillas del lago Aka. Llegamos ya muy tarde y, rápidamente, los chicos que nos acompañan nos montaron dos tiendas de campaña en la orilla del lago al lado del poblado.

Cenamos estupendamente y al momento comienzan a llegar niños y más niños que nos rodean, tocan y observan y nos llegan a agobiar un poco… especialmente a Gemma, que está con la falsa malaria y no está para tontadas… Además, al entrar en la tienda eché bastante insecticida para acabar con los mosquitos y casi nos intoxicamos…

La búsqueda de váter nocturno también tuvo su aquel... los niños nos perseguían a todos lados, así que al final optamos por enseñarles el culo!!

A las 2.30h nos despertamos con ganas otra vez de orinar. Nos temíamos lo peor, pero no, al salir de la tienda una paz absoluta nos rodeaba. La luna creciente iluminaba el lago que mecía la orilla con suaves olas… ahí sí que pudimos disfrutar de tan hermoso lugar!!

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